Oscar On lunes, 16 de agosto de 2010

En una función de literatura leía el otro día que “si el libro que leemos nos despierta de un puñetazo en el cráneo y por que leerlo. Solo para que nos haga feliz, seriamos igual que si no encontráramos un libro, por eso necesitamos libros que actúen sobre nosotros. Sería bueno que por lo menos una vez los escritores se pregunten para que escriben y los lectores para que leen. Malo es cuando la gente lee para pasar el rato o para matar el tiempo porque la lectura crea engendra y rompe, la imagen no puede ser más hermosa y exacta. La mente del hombre esta tan viva como el mar, preñado de vida, de peces y corrientes, fecunda de tormentas, calma a veces, bramante a ratos. Un libro, un verdadero libro debe destrozar nuestras rutinas a golpe de hacha debe convulsionarnos, sacudirnos por la solapa, empujarnos a la felicidad, si, pero a la felicidad del placer, sino a la de estar vivos.
Encontrar esta clase de libros es un poco como un quiniela d+e catorce, ya que no siempre los mismos libros despiertan a las mismas personas, pero hay por fortuna libros despertadores que han demostrado a lo largo de los siglos golpear el cráneo de los dormidos. La fortuna de haber encontrado la clase de libros que te poseen, invaden, alimentan, empujan a más vivir.

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