Oscar On martes, 31 de agosto de 2010

Sin duda ya nos encontramos rumbo a un mundo de estrecheces, como que las vacas gordas ya pasaron a la historia y que hasta los más berrochones se ven obligados a ver los centavos. Será esto una desgracia y desde luego afecta a estos que están acostumbrados a pasar hambre, pero está bien tener estrés de v en cuando así no olvidamos las cosas que podemos hacer y que están al alcance de nosotros las riquezas baratas que tenemos y no las aprovechamos, existen riquezas baratas y riquezas caras, uno se la vive llorando por no poder alcanzar dicha riqueza pero no se dan cuenta que estas riquezas baratísimas las tenemos olvidadas. Una de las riquezas más grandes y barata es la amistad. Un amigo vale más que una mina de oro, sentirnos acompañados y comprendidos es mayor capital que la de la vuelta al mundo, un corazón abierto es mayor espectáculo que las cataratas del Niágara, alguno que nos haga sonreír cuando estamos tristes es mas solido que mil acciones en bolsa, esto es lo que nos cegamos porque es tan barato tener un amigo, el cuesta menos que una botella de cerveza, menos que una barra de pan y lo mejor de todo es que lo pueden tener pobres y ricos. Me siento agradecido por las riquezas baratas que poseo como la que no cuesta ni un centavo acariciar a un perro y que el te agradezca con su mirada tan tierna, o el sentirse gratuitamente millonario del sol, del aire limpio, de los paisajes, del placer baratísimo de la música, sin fin de cosas que puedo enumerar y la verdad no me preocuparía que en el mundo que viene tengamos que apretarnos el cinto a cambio de que aprendiéramos a estirar el alma.

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