Oscar On domingo, 1 de agosto de 2010

Si tuviera que pedirle a Dios algún don, no dudaría en decirle que me concediera el arte supremo de la sonrisa. Es lo que más envidio de algunas personas por qué me parece la cima de las expresiones humanas. Hablo de esas sonrisas que surgen de un alma iluminada, que se nota a aquello que sentimos y que en pocas poquísimas personas no se pierde a lo largo de los años, esto lo afirma correctamente Rosales cuando escribe que “es cierto que te puedes perder en alguna sonrisa como dentro de un bosque y es cierto que tal vez puedas vivir años y años sin regresar de una sonrisa”
Pero la gran pregunta es de cómo se consigue una sonrisa, ¿es un puro don del cielo? O ¿se construye como una casa?. Supongo que es la mezcla de las dos cosas pero con el predominio de la segunda. La persona con un rostro limpio y puro esta por el camino de una sonrisa resplandeciente.la sonrisa a mas de ser un don se la construye con el tiempo y laboriosamente, con el equilibrio interior, con paz en el alma, con un amor sin fronteras. Por eso la gente que ama sonríe fácilmente, el amargado jamás podrá reír y menos un orgulloso.
La receta de poner a todos nuestros cocteles de palabras una gotita de humor sonriente suele ser infalible ya que en toda sonrisa hay algo de trasparencia de Dios, de la gran paz, por eso me e atrevido a titular a este comentario como un sacramento. Porque es el signo visible de que nuestra alma está abierta de par en par.

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