Oscar On martes, 31 de agosto de 2010

Recibo muchas cartas de chicos que viven en el éxito, piden ayuda, sueñan triunfos, ansían aplausos y fama ellos son temerosos y creen que no podrán seguir viviendo si el laurel se retrasa, me siento feliz y la ves angustiado, me da gusto ver a un joven ardiendo y me angustio por que se que esa llama del éxito no será solo reluciente, sino con demasiada frecuencia devorada y destructora. No he conocido cosa más peligrosa que esa moral del éxito que se ha impuesto ante nuestra sociedad y según nuestro nivel de vida humana se mide por el triunfo externo conseguido, hablo también de el triunfo económico el social y el peligro enorme que corren las objetos centrales de la vida, el brillo, la apariencia, la misma eficacia, el aplauso, ese viento vacio de la popularidad o la fama. Se necesita haber tenido por lo menos alguna experiencia en esto para poder entender y saber que no pueden llenar a un alma mediante el noble. Como decía Víctor Hugo – es una cosa bastante repugnante: su falsa semejanza con el merito engaña a los hombre. Esta es una de las grandes claves del éxito en el mundo raramente tiene correspondencia con el merito. En este mundo no triunfan ni brillan los mejores, ni los más listos, ni quienes mayormente lo merecían. Seria espantoso ver que lo mejor del mundo fuera lo que en él vemos brillar. Tenía razón Camus cuando aseguraba que “No es difícil obtener éxito. Lo difícil es merecerlo” esto no es demasiado difícil solo basta ponerse con un poco de audacia, inteligencia. Lo casi imposible es que una persona seria viva toda su vida de los aplausos de un solo día. Haber caminado o incluso haber intentado caminar por esa meta me parece infinitamente mejor que alcanzar las estrellas de lo que solemos llamar éxito.

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