Oscar On miércoles, 13 de octubre de 2010

El viajero se acerco a aquel grupo de canteros y pregunta al primero: ¿Qué estás haciendo? Y le responde: Ya ves aquí sudando como idiota y esperando que sean las ocho para irme a mi casa. Al segundo le pregunta: ¿Qué es lo que haces tú? Y le responde: yo estoy ganándome mi pan y el de mis hijos. Y le pregunta al tercero ¿Qué es lo que estás haciendo? Y le responde: yo estoy haciendo una catedral.
Me he quedado pensando en esta vieja historia ya que nosotros no hacemos lo que físicamente hacen nuestras manos sino lo que nos encamina a hacer el corazón. Y es así como en el caso de los tres canteros convierten este pica piedras mutuo en sudor, en pan y en eternidad. Habría que reivindicar mucho más el sentido de las cosas que las cosas mismas. Toda nuestra civilización incita a la facilidad, la mediocridad. Un genio quiso promover la lectura con un grotesco lema: “Un libro ayuda a triunfar” y pues a mi Lope de Vega nunca me ayudo a triunfar más bien me ayudo a ser feliz a entender al mundo y la vida, a sugerirme gozo de una vida más honda. Es mejor apreciar los logros interiores que estar cada día conociéndome mejor o estirando mi alma. Si todos los humanos amasen en serio sus tareas por pequeños que sean el mundo cambiaria.
Si la gente amase sin preguntarse si su amor es agradecido, si los políticos hicieran bien su oficio de servidores, despreocupándose de las próximas elecciones, si el escritor luchara por expresarse plenamente, despreocupándose del éxito y los aplausos, etc si todo eso pasase ya no tendríamos motivos para quejarnos de lo mal que va el mundo porque tres mil millones de hombres orgullosos de lo que hacen habrían vuelto habitable la tierra.

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